Egipto

La civilización egipcia tuvo su esplendor entre el año 3000 aC y el 1200 aC.

 La economía del Egipto antiguo se basó en una agricultura que debía su productividad a los desbordamientos anuales del río Nilo. De esta forma, en una zona casi desértica, los campos recibían agua y tierras fértiles procedentes del río. La sociedad egipcia se esforzó en controlar esos desbordamientos para hacerlos útiles y no destructivos.

El Egipto antiguo se organizó en torno a ciudades. Sólo que una de ellas consiguió imponerse a las demás, y su rey se proclamó Faraón de Egipto.
El Faraón era rey, dios e hijo de dios (hijo del dios que gobernaba la Naturaleza y, por tanto, todo lo que sucedía en Egipto, incluida la vida de los egipcios) y se consideraba, por ello, propietario de todo Egipto y de los egipcios. Tal era el grado de obediencia de estos que, en las épocas en las que las labores agrícolas no requerían gran parte de su tiempo, se dedicaban a construir los enormes monumentos funerarios en los que sería enterrado el Faraón, las pirámides.

Para entender el poder de los sacerdotes es necesario partir del hecho de que el faraón era dueño absoluto de Egipto por ser dios e hijo de dios. Por tanto, los servidores de ese dios, o de cualquier otro, debían ser los representantes o administradores de sus bienes. De esta forma tenían a su disposición hombres y bienes, para administrarlos para el dios.

El conjunto de los egipcios, mientras tanto, vivía en una situación de pobreza, quedándose con lo mínimo imprescindible de sus cosechas y entregando el resto, en forma de impuestos, a los sacerdotes y el faraón.